Trabajó durante tres semanas arreglando unos tejados en Wichita (Missuri) y con lo ganado se cogió un billete a Europa. Al parecer lo más barato que encontró fue un Nueva York - Estocolmo así que en Suecia se plantó con su mandolina, las copias de sus CD y su gorrito que nunca se quita.
Su hermano nos avisó de que andaba por Berlín y que a lo mejor se ponía en contacto con nosotros para que le dejáramos las llaves de su casa.
A primera vista engaña. No está acostumbrado a ser juzgado por su imagen y nos confesó que se sentía triste cuando sonreía a la gente y la sonrisa no le era devuelta. No conoce el idioma y los sonidos guturales que exhalan las gargantas alemanas se le asemejan más a gruñidos malsonantes que a palabras amigables. De vez en cuando sube a casa con una botella de vino y charlamos un poco. Cuanto más hablamos más nos damos cuenta de que Joe es una persona entrañable. A veces parece un poco perdido, pero tiene los suficientes recursos como para no aburrirse y si aún así se cansa, se sienta, se ciñe bien el gorro hasta que le tapa los ojos y se duerme. Cuando empiece el año se dirigirá hacia España.
Si le veis sonreidle y a lo mejor os canta una canción
domingo, 16 de diciembre de 2007
miércoles, 5 de diciembre de 2007
Un consejo
Si queréis empezar el día con alegría no, repito, NO escuchéis la banda sonora de Twin Peaks mientras viajais en un S-Bahn atravesando el bosque de Grunewald con el cielo encapotado y una lúgubre luz homogeneizadora que le daba a todo el toque de una película en blanco y negro. Qué bajón gensanta, casi me da un síncope!!
The pond moonlight, (1904) por Edward Steichen
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