Cuando ya era el día siguiente y las antorchas empezaban a apagarse, juntamos las que quedaban y al calor de la débil llama, acompañados por las sombras danzantes, nos olvidamos de quién y de dónde y creamos nuestra pequeño y efímero mundo. Y allí, del fondo del bosque, sigiloso, surgió Segismundo, príncipe de Polonia.
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4 comentarios:
Sencillamente espectacular.
Jolín, yo no oigo nada de nada...
Mal Polonia recibe a un extranjero...
La verdad es que con esta gente nunca se sabe. Te salen por peteneras y te la lían parda en un momento con cualquier cosita.
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