Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,
que anduvo errante muy mucho después de Gante sagrada asolar;
vió muchas ciudades de hombres y conoció su talante,
y dolores sufrió sin cuento en el mar tratando
de asegurar la vida y el retorno de sus compañeros.
Pues nada, si tú quieres que te la cuente, te la cuento. Por mí que no quede.
Una vez finalizada la toma de la fortaleza de Gante y de dar buena cuenta de los brevajes fermentados que por esas tierras se estilan, OdiseoXXI, cansado de tantas aventuras, inició el retorno a su palacio, donde había dejado a Pe lidiando con unos ocupas en casa y entretenida no con un telar sino con un balcón, reto mucho más acorde con sus capacidades organizativas y lingüisticas.
Debido a la dureza de la batalla y al hecho de que las fuerzas flaqueaban, decidió pasar primero por el castillo de Nacho I El Triunfador en Leiden para recuperarse de tantos esfuerzos y poder narrar sus aventuras a la luz de las velas y con unas cuantas cervezas delante, cosa que nada más llegar se puso a hacer, tras 2 horas y 49 minutos de tren.
Al día siguiente, después de haber dormido en el camastro proporcionado por su anfitrión, se dirigieron en el carruaje del rey Nacho I y acompañados por miembros de la corte hasta el país de las flores, donde además de ver extraños ejemplares de lugares remotos, se pudo zampar un gofre. La visita no se extendió mucho, ya que en la agenda había programado un gran baile en uno de los palacetes de la ciudad y había que prepararse en consecuencia, con acicales y afeites sin parangón. De vuelta al castillo, aprovecharon para abastecerse y fue en ese momento cuando OdiseoXXI decidió reclutar a Duvel, Trappe y Chimay para que le acompañaran en el viaje de vuelta, uniéndose en la corte al nunca suficientemente loado Camembert Calvados.
Durante el baile programado para esa noche OdiseoXXI hizo gala de sus dotes adivinatorias, prediciendo que esa noche iba a dormir solo, ya que el rey Nacho encontraría una actividad mejor a la que dedicar las horas discretas de la aurora. La ingesta masiva de cerveza y tequila no nubló su juicio en ningún momento y no le quedó más opción que hacer la ola cuando su anfitrión abandonó el salón acompañado por una bella señorita del reino de los francos, hija de la diosa Gabacha. OdiseoXXI quedaba en cambio al cuidado de la princesa Ana, quien enfundada en una peluca asumió de buen grado la responsabilidad de guiarle de vuelta al palacio, una vez que la fiesta hubo terminado.
De su sueño le despertó, apenas había despuntado el día, la llegada del rey, quien haciendo uso de toda su jeta, se ganó la enemistad eterna de la francesa al negarse a compartir el desayuno con su reciente conquista. Las amenazas que ella profirió en ningún momento le llevaron a renunciar a su deber de anfitrión para con su invitado. Entre las responsabilidades asociadas a ese deber, contaba como no, la de acompañar a OdiseoXXI a la estación, cosa que se dispuso a hacer depués de haber desayunado y tras una gratificante ducha.
Los dioses habían decidido que había llegado el momento de que OdiseoXXI partiera y así se lo hicieron saber, pero la diosa Gabacha, enojada por cómo el rey Nacho había tratado a su hija, desató su furia sobre el trazado férreo y provocó que el viaje, que de otro modo habría sido directo y placentero, se convirtiera en una verdadera odisea. Unas obras en la entrada de Rotterdam trastocaron los planes de OdiseoXXI.
De Leiden viajó primero a Schiedam Centraal. Ahí tuvo que cojer el metro para ir a Rotterdam Blaack. La diosa Gabacha, asombrada por la capacidad de reacción de OdiseoXXI le puso a prueba una vez más cambiado el andén de salida del tren regional que le llevaría a Roosendaal un minuto antes de que éste llegara. En Roosendaal sufrió para cambiar al tren que le llevaría a Bruselas, en el que padeció la tortura insoportable del niño llorón y en el que se vio tentado por la llamada irresistible de las sirenas de tierra del barrio rojo de Bruselas, cuyos cuerpos semidesnudos se pueden observar en todo su esplendor a medida que el tren se va acercando a una velocidad escasa a la estación de Bruxelles Nord. Fueron los gritos de auxilio de una bella señorita inglesa (jamás pensé que pudiera usar esa expresión en un tono no irónico) que viajaba acompañada por su pequeño zagal los que le despertaron de sus sueños más turbadores y le dio la fuerza suficiente para acometer el último cambio de tren de la jornada que le llevaría al aeropuerto internacional de Bruselas.
En el aeropuerto las cosas no fueron tampoco fáciles. En el control de pasaportes había varias colas. Unas para gente de la EU, otras para los demás y una para gente con la tarjeta de embarque sacada por internet. Como no, esta última cola, la que le tocaba en su calidad de viajero internetero estaba llena de gente con billete normal, así que aprovechó el momento en el que abrieron una ventanilla de las normales para adelantar algo de tiempo y culebrear siguiendo las enseñanzas del Maestro Manué. Craso error (como suele pasar cuando se siguen las enseñanzas culebriles del Maestro Manué). Al llegar su turno, el "amable" funcionario le dijo que nanai, que por ahí no, que tenía que volver a la otra cola. Abatido retomó el lugar en la cola correcta bastantes posiciones por detrás de la original, y mientras batallaba con la gente que tenía un billete normal para que hicieran uso de las ventanillas adecuadas para ello, en vez de joder la marrana con la de internet llegó su turno y presentó sonriente su tarjeta de embarque para recibir como respuesta que por mucho que insistiera esa no era la terminal correcta. Vuelta a empezar la misma historia en el control de la terminal adecuada, aunque está vez se guardó la vena culebril bajo siete llaves.
Una vez pasado el control de pasaportes llegó el de seguridad, donde tras una larga batalla con el personal, cayeron capturadas Leffe, Duvel y Chimay, en lo que fue quizás el peor golpe sufrido por OdiseoXXI durante su largo retorno a casa. Una vez superada esta última prueba, Odiseo pudo entrar en el Olimpo del duty-free y recomponer su mermado séquito cervecil antes de, por fin, embarcar en el avión que le llevaría de nuevo y definitivamente a su casa.
Si de verdad queréis una reinterpretación de la Odisea divertida e ingeniosa, no dudéis en elegir "O Brother (Where art thou)", una joyita (como muchas otras) de los hermanos Cohen. Os dejo con un tema de su banda sonora, en concreto con "Man of Constant Sorrow", interpretada por los "Soggy Bottom Boys".
I am a man of constant sorrow
I've seen trouble all my day.
I bid farewell to old Kentucky
The place where I was born and raised.
[chorus] The place where he was born and raised
For six long years I've been in trouble
No pleasures here on earth I found
For in this world I'm bound to ramble
I have no friends to help me now.
[chorus] He has no friends to help him now
It's fare thee well my old lover
I never expect to see you again
For I'm bound to ride that northern railroad
Perhaps I'll die upon this train.
[chorus] Perhaps he'll die upon this train.
You can bury me in some deep valley
For many years where I may lay
Then you may learn to love another
While I am sleeping in my grave.
[chorus] While he is sleeping in his grave.
Maybe your friends think I'm just a stranger
My face you'll never see no more.
But there is one promise that is given
I'll meet you on God's golden shore.
[chorus] He'll meet you on God's golden shore.