El domingo, al llegar a casa después de estar todo el día por ahí fuera, se quitó la camiseta y se sentó. Ella, situada detrás de él, le miró y extrañada le preguntó:
-
Qué te ha pasado en la espalda?-
No sé, qué tengo?-
Tienes la espalda llena de circulitos morados, te duelen?-
No, no que yo note.-
Pues son muy raros, a lo mejor es alergia.
-
Puede ser, pero cómo? Quizás de cuando estuvimos tumbados en la hierba? A ver si la camiseta tiene algo pegado? No, no tiene nada. Me sacas una foto para que los vea?-
Sí. FLASH!!!.
Toma-
Ah! Pues sí, sí que son raros, tan perfectos, tan redonditos, tan.... antinatura.-
Yo creo que deberías ir al médico-
Bueno, si mañana siguen ahí lo pensaré.
Gráfica de temperaturas máximas en Berlín durante las últimas 4 semanas. En un circulito azulón parecido a los que tenía en la espalda se señala el fin de semana en cuestión.El día anterior, aprovechando que hacía buen tiempo, cogimos el coche y nos fuimos a dar un paseo (se sobreentiende que el coche nos llevó al sitio donde íbamos a pasear). En mis etapas ciclistas había pasado varias veces por ahí cerca y la visión de aquella noria gigante y abandonada era bastante atractiva. Dejamos el coche en el parking y seguimos el curso del río bordeando un antiguo parque de atracciones.
Vista aérea del parque en cuestión. Lo más parecido a Parque Jurásico que he visto jamás.
La noria del infiennno.
Creíais que estaba de cachondeo cuando decía lo de Parque Jurásico, eh?El domingo habíamos quedado con compañeros del trabajo para ir a Werder (Havel) a la que es la segunda mayor fiesta popular alemana después de la Oktoberfest. Se llama Baumblütenfest, que viene a ser algo así como la fiesta del florecimiento arborícola. La excursión incluía un apacible paseo en barquito de 2 horas desde el muelle embarcadero de Wannsee hasta la isla de Werder donde se celebraba la fiesta.
Isla de Werder, donde se celebraba la fiestaTodo el meollo consistía en poner fruta a macerar con azúcar y hacer "vino" de lo que fuera; de fresas, de cerezas, de cosas impronunciables y irreconocibles... Todo ello aderezado con escenarios donde la música popular alemana corría a raudales, atracciones de feria a las que no pudimos resistirnos algunos y la presencia policial a cada hora más marcada.
Vista desde la noria de Werder.Ya nos había advertido los conocedores del lugar que la fiesta era muy bonita pero que de unos años a esta parte, grupúsculos neofascistoides corrían a sus anchas por aquellas tierras y proporcionaban titulares a la prensa local. En un primer momento tuvimos nuestras dudas, pero duraron poco. No íbamos a dejar que esa gentucilla se apropiara de una fiesta popular y pusimos nuestra integridad física en manos del resto de la sociedad, que esperábamos pensase igual que nosotros.
Como decía antes, la presencia policial se hacía más palpable con el paso de la horas. No sólo aumentaba su número, sino la capa protectora. Los sencillos y amigables policías locales dejaron paso a la última generación de Terminators con sus exoesqueletos verdes. A eso de las ocho, ya hastiados de tanto vino de frutas, salchichas y atracciones, parte del grupo decidimos poner fin a la fiesta dirigiéndonos en tren de vuelta a Berlín. No nos pasó nada ni a nosotros ni al grupo que se quedó un poco más y no he leído nada en los titulares de los periódicos que me llevara a pensar que los descerebrados la habían vuelto a liar este año.
Me metí en la cama después de una ducha pensando en mis circulitos, que no eran roña porque froté a conciencia. Cerré los ojos y me dormí.
Cuando me desperté a la mañana siguiente sabía perfectamente de dónde venían los dichosos circulitos.